¿Y si los caminos secundarios llevaran a la joyería?
A mis cuarenta y pocos años, vuelvo a enfrentarme a un cataclismo del que, más de 20 años después, ha resurgido la joyería.
Luego tuve que hacer balance y, entre talleres y entrevistas, ¡un flash! Tengo 17 años, tengo que tomar una decisión para mi futuro y mi corazón está en la balanza…
En medio de todas las diferentes reflexiones, una cosa está clara: la artesanía. Esta elección requerirá decisiones importantes.
Joyas, entre la pasión y la razón
De niña siempre me cautivaron las joyas. Fascinada, veía a mi abuela y a mi madre abrir sus cajas de tesoros, descubriendo sus joyas y las que habían heredado. De adolescente, solía hojear durante horas mi libro* sobre maestros joyeros.
Luego llegó el instituto y la temida elección que pensé que sería para toda la vida. Estaba atrapada entre el diseño de moda y la joyería. Mi visión en aquel momento cambió hacia el estilismo.
Contrariamente a lo que pensaba, a los 40 años ya había vivido varias vidas profesionales, unas dictadas por el corazón, otras por la razón. Había una continuación bastante lógica de mi viaje. Si a los 17 años no sabía quién era, no sabía nada de la vida y no pensaba en las consecuencias de mis decisiones, a los 41 ya no era lo mismo. Mi contrato de trabajo llegaba a su fin, iba a cambiar de rumbo. La artesanía destacada, un sueño mío de niña ha
resurgió: ¡la joyería! La cuestión en aquel momento era cómo convertirse en artesano sin dejar de ser madre.
Un sueño adolescente, una elección adulta
Cuando surge la oportunidad de cumplir un deseo, ¡la aprovecho! A continuación hice un inventario de los cursos de formación en joyería que había en los alrededores. Estaba claro que seguir el curso profesional para convertirme en joyera significaría “sacrificar” mi vida como madre, lo cual era impensable. Se me ofreció una alternativa: la formación continua. Mientras encontraba el instituto de joyería adecuado (IBS: Institut de la Bijouterie de Saumur) y la formación básica, llegó la pandemia y la contención.
Más decidida que nunca, descubrí un curso en línea dirigido por un joyero. Con mi agudo sentido de la observación y mi sentido práctico, creía firmemente que esta alternativa sería un trampolín. Lo que reforzó mi elección fue la experiencia que adquirí con mi padre, de quien fui asistente durante 10 años. Nunca olvidaré sus palabras:
“Piensa en el objetivo y rebobina para determinar todos los pasos necesarios. Esto es lo que me ayudó a entender por qué. Hay muchas similitudes entre la odontología y la joyería. Pedí los materiales básicos y el metal y me apunté a la formación. De esta singular manera comencé mi aprendizaje.
¿Y si todos los caminos llevaran a la joyería?
La fabricación de joyas no se improvisa. La máquina se puso en marcha. Trazar, serrar, limar, rectificar, taladrar, fresar, soldar y pulir metal se convirtieron en mi rutina diaria como futuro joyero. Paso a paso, concienzudamente, fui avanzando y sentí una inmensa satisfacción. Insaciable, quería aprender una y otra vez. Unos meses más tarde, opté por seguir una introducción al engaste de gemas impartida en el IBS. Necesitaba enfrentarme a los ojos de los formadores y de los estudiantes de posgrado. Era necesario
No sabía si tenía aptitudes y predisposiciones reales, o si este proyecto era sólo una utopía.
El resultado fue convincente. He adquirido los conocimientos básicos. Podría seguir avanzando serenamente y esperar obtener algún día la legitimidad. 26 años después de unas prácticas de instituto con un joyero apasionado, volví a encontrarme con este hombre, ¡a punto de jubilarse! Después de tantos años, me tomó bajo su protección y me hizo practicar joyería. También heredé algunas de sus herramientas, de las que tenía que ser digno, porque llevaban la historia de dos generaciones.
Hoy, ¡por fin está aquí! Creé mi propia marca de joyas. Creaciones hechas según mis habilidades, que irán evolucionando a medida que aprenda. Estoy trabajando para ser joyero y pronto, quién sabe, joyero. La historia se hace día a día. Uno de mis sueños de adolescente se está haciendo realidad…
*Libro: Maîtres joailliers, editado por A. Kenneth Snowman, Denoël Edition